De
Mt
14,13-21
La multiplicación de los panes y los peces.
Conozco
este texto desde que era niño, y a lo largo de los años he ido
encontrando más niveles de significado en él.
Se podría decir que, conforme yo he madurado, el texto lo ha hecho
conmigo.
De
niño me fascinaba que Jesús
pudiera haber creado los panes de la nada, como por arte de magia... ¡qué
poder de Dios tenía Jesús!
!Con
razón la multitud le aclamaría como Mesías y le querían hacer
rey!
Algo
más tarde, a la luz de la razón, alguien me hizo sospechar que
quizás este texto iba sobre compartir. Probablemente, Jesús, con
sus palabras a la multitud y su gesto de poner un cesto casi vacío
en medio de ellos, compartiendo lo poco que pudo conseguir, hizo que
cada uno reflexionara y compartiera "su bocata" con los de
al lado. Y, como de la nada, más panes y más peces llegaron a los
cestos... !Hasta sobraba!
!Cuánto
enseña este texto sobre los milagros, y sobre lo mucho que el hombre
tiene que ver en ellos, y Jesús en medio de los hombres!
Pero
estos días he descubierto un nivel más profundo de enseñanza... Es
increíble como este texto aún da para más, para mucho
más...
Llevaba
estos días reflexionando sobre este texto, en medio de una época
difícil para mi, que me tiene agobiado, y algo sombrío... No sonrío
tanto como acostumbraba, y mi familia lo ha notado, por supuesto. Mi
mujer lleva todo este tiempo intentando acompañarme emocionalmente,
estar a mi lado, mostrarme su cariño. Yo aceptaba sus muestras de
cariño y comprensión, pero la verdad es que suponían poco o ningún
consuelo para mí. Me sentía vacío.
Pero
ayer, al despertar, a pesar de seguir sintiéndome vacío, algo me
hizo salir de mi "enmimismamiento", y me di
cuenta de que hacía
unos días que yo no la abrazaba a ella, sólo me dejaba abrazar, y
que la amo muchísimo, y que su presencia y compañía están siendo
vitales para mí. Y sintiendo esto, la he ido a buscar y la he dado
un abrazo sincero y pleno de cariño y reconocimiento...
Y
ha sido allí, en ese momento, en ese abrazo, en ese dar mi amor, en
compartir el vacío de mi corazón.... Ha sido en ese salir de mi
tristeza, de mi yo, para abrazar a mi mujer y mostrarla mi amor....
Ha sido en ese momento, cuando mi corazón vacío se ha llenado de
amor...
Os
puedo decir que no he entendido el texto de los panes y los peces....
!es que lo he vivido!
Lo
que he vivido es que es la entrega de lo que (crees que) no tienes la
que precisamente te llena....
(¿Alguien
puede explicar el significado racional de lo que acabo de vivir y
escribir?)
Lo
que he vivido es que cuando tú te das, te llenas hasta rebosar.
Y
es entonces cuando he recordado una frase del texto que hasta ahora
había pasado desapercibida para mí..... "Dadles vosotros de
comer"...
"Dadles
vosotros de comer"... Jesús responde así a sus discípulos
cuando le plantean que despida ya a la multitud porque tendrán que
regresar a sus casas para comer.
"Dadles
vosotros de comer".... Jesús les dice, y nos dice hoy a
nosotros, que nosotros mismos podemos dar de comer a esa multitud,
que podemos hacer frente, con lo que somos más que con lo que
tenemos, a tremendos desafíos que consideramos irrealizables.
Jesús
no actúa primero, no quiere el protagonismo. Jesús
primero nos lanza a nosotros a responder a la vida y a sus retos, y
ante nuestra sorpresa y desconcierto, ante la obvia pregunta: "!Pero
cómo? Si yo no tengo nada!", Él mismo nos enseña. No se trata
de que demos lo que sobra, ni quizás de que compartamos... Lo que yo
he vivido, a escala diminuta, es que cuando das de lo que (tu crees
que) ya no te queda, cuando tú mismo te das, entonces te llenas
hasta rebosar. Tú eres el apóstol, tú eres la multitud antes
hambrienta y ahora saciada, tú eres el pan y el pez que se parte y
se comparte, y que en respuesta a tu entrega Jesús multiplica, tú
eres el cesto que estaba vacío y ahora está lleno tras alimentar a
multitudes...
El
que escribe da fe de que así lo vivió al abrazar sinceramente a su
esposa, para entregarla un gesto de amor... No me cuesta creer que
Jesús infundiera en la multitud el espíritu y la inspiración
suficiente para que hicieran lo mismo con sus comidas.
¿Y
no fue acaso un milagro patente? ¿Y no lo sigue siendo hoy, cada vez
que Dios vuelve a multiplicar nuestros panes y nuestros peces hasta
rebosarnos, si nos atrevemos a entregarle nuestras migajas?
D.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario